De aquellos polvos, estos fangos
“Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia”
En una España fracturada por la corrupción y los intereses globalistas, Álvaro Saavedra, un periodista valiente pero inexperto en la política, se encuentra atrapado en una conspiración que amenaza no solo a su país, sino al mundo entero. Con documentos que exponen los oscuros vínculos entre el gobierno y una organización internacional llamada Pueblo Unido, Álvaro se embarca en una lucha desesperada para revelar la verdad.
Junto a Irene, una ex legionaria condecorada, Ryan, un enigmático ex agente de programas secretos, y Gálvez, un estratega político sin escrúpulos, Álvaro debe enfrentarse a juicios políticos, atentados y traiciones mientras intenta construir un partido que devuelva la esperanza al pueblo: La Voz Popular.
Desde operaciones clandestinas en Brasil hasta debates tensos en el Parlamento Europeo, Álvaro y su equipo destapan un plan global de manipulación que incluye malversación de fondos, inmigración dirigida y el uso de pandemias para controlar a las masas. Sin embargo, la línea entre la moral y la necesidad se vuelve difusa, y Álvaro debe decidir qué está dispuesto a sacrificar para ganar esta guerra.
Intriga, acción y dilemas morales se entrelazan en una historia que cuestiona los límites de la lucha por la justicia. ¿Puede un grupo de idealistas derrotar a un sistema corrupto o serán absorbidos por el mismo poder que intentan destruir?
Trasfondo de Gálvez:
El diputado desencantado
Gálvez inició su carrera política como una promesa dentro del principal partido de la oposición, un hombre apasionado por la idea de servir a su país y defender los valores tradicionales de la democracia. Proveniente de una familia trabajadora, siempre había sentido un fuerte deseo de justicia social, lo que lo llevó a estudiar derecho y, posteriormente, a involucrarse en la política. Su elocuencia y su capacidad para conectar con el ciudadano promedio lo convirtieron rápidamente en una figura destacada en su partido.
Sin embargo, a medida que ascendía en las filas del partido, comenzó a notar las grietas en la estructura. Las reuniones a puertas cerradas estaban llenas de estrategias para mantener el poder en lugar de servir al pueblo. Las promesas de campaña que tanto había defendido eran, en su mayoría, papel mojado. En su primer mandato como diputado, intentó impulsar leyes que favorecieran a las pequeñas empresas y a las familias trabajadoras, pero cada intento era saboteado por intereses internos y externos.
El punto de quiebre
El momento que marcó un antes y un después para Gálvez ocurrió durante su segundo mandato, cuando descubrió que su partido estaba recibiendo financiación encubierta de grandes corporaciones que, a cambio, influían en las decisiones legislativas. Intentó denunciarlo dentro del partido, pero fue ignorado e incluso amenazado con ser expulsado. Le dejaron claro que las reglas del juego no eran las que él había imaginado al unirse.
Desencantado, Gálvez comenzó a distanciarse de las actividades principales del partido. Aunque mantenía su puesto como diputado, ya no participaba activamente en las estrategias de la oposición. En su interior, comenzó a germinar una idea: si quería cambiar las cosas, no podía hacerlo desde dentro de un sistema corrupto. Necesitaba crear algo nuevo, un movimiento que representara los verdaderos intereses del pueblo.
Su vínculo con Álvaro y la formación de La Voz Popular
Fue durante este periodo de desencanto cuando conoció a Álvaro Saavedra, un periodista combativo que estaba destapando escándalos que nadie más se atrevía a tocar. Gálvez vio en Álvaro algo que hacía tiempo no encontraba en la política: sinceridad y convicción. Decidió acercarse a él, primero como un mentor, ayudándolo a entender las dinámicas del poder, y más tarde como un aliado, sugiriendo la creación de un nuevo partido político.
Aunque Gálvez era mucho más experimentado en política que Álvaro, lo veía como el líder que el país necesitaba: alguien que aún creía en el poder del cambio y que no estaba contaminado por las maquinaciones del sistema. Por su parte, Gálvez aportaba al equipo su conocimiento estratégico y su red de contactos, sabiendo que muchas veces tendría que jugar al límite de lo ético para enfrentarse a un enemigo tan poderoso.
La verdadera naturaleza de Gálvez
Aunque está profundamente comprometido con el éxito de La Voz Popular, Gálvez no siempre comparte el idealismo de Álvaro. Para él, la política es un juego sucio donde ganar es lo único que importa. No tiene reparos en usar tácticas cuestionables si eso significa exponer a los corruptos o proteger a su equipo. Esta visión lo convierte en una figura ambigua: un hombre que lucha por el bien, pero que no teme ensuciarse las manos en el proceso.
En el fondo, Gálvez guarda un resentimiento profundo hacia el sistema que lo traicionó. Su implicación en La Voz Popular no solo es una forma de reparar los errores del pasado, sino también de vengarse de quienes alguna vez lo silenciaron. Sin embargo, este resentimiento a veces lo lleva a tomar decisiones impulsivas que ponen en riesgo al equipo y que lo enfrentan directamente con Álvaro, quien no comparte su pragmatismo.
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