La Pantalla de la Inclusión
Título: "La Pantalla de la Inclusión"
Capítulo 1: Un Favor Entre Camaradas
El teléfono de Ramiro, director de contenidos de la televisión pública, sonó con insistencia. Era un número que no podía ignorar.
—Ramiro, hermano, te necesito.
Era Sergio, asesor de comunicación de un ministro con peso en el partido gobernante. No era una sugerencia, era una orden disfrazada de favor.
—Dime, Sergio.
—Mira, mi cuñado está buscando trabajo. Es periodista, un tío brillante, tiene talento de sobra.
—Bien, dile que pase. Lo entrevistamos y si da el perfil, entrará.
Sergio se rió.
—No me has entendido. No quiero que haga pruebas. Quiero que lo pongas al frente de un programa.
Ramiro tragó saliva.
—Sergio, tú sabes que hay procesos, necesitamos ver si encaja…
—Mira, Ramiro, te voy a ser claro. Esto no es un capricho, es una apuesta del partido. Mi cuñado es homosexual y necesitamos más visibilidad en la televisión pública.
Ramiro suspiró.
—¿De qué sería el programa?
—Tertulia política. Que le des un espacio en horario estelar. Que tenga audiencia.
Ramiro cerró los ojos. Sabía que no tenía opción.
—Bien. Así lo haré.
Colgó el teléfono.
Sabía que estaba a punto de meter a un incompetente en antena. Pero también sabía que, en el juego del poder, no es lo que vales, sino quién te arropa cada noche.
Capítulo 2: La Farsa Televisiva
El lanzamiento del nuevo programa fue un bombardeo de propaganda sin precedentes.
"¡El locutor más carismático de la televisión! ¡Una voz valiente! ¡Un referente de la diversidad!"
Las promociones lo vendían como el mejor comunicador de la historia, aunque nunca había conducido un programa. No importaba.
El día del estreno, todo el aparato mediático del gobierno lo elogió. Perfiles afines en redes lo llamaban "una revolución televisiva". Se aseguraron de que la prensa le dedicara titulares como "El nuevo rostro de la televisión pública rompe esquemas".
Pero cuando el reloj marcó la primera pausa publicitaria…
La audiencia se desplomó.
Los espectadores se fueron en masa.
Las redes sociales estallaron con críticas demoledoras:
"No sabe ni hilar una frase."
"Se nota que está ahí por enchufe."
"¿De verdad esto es lo mejor que pueden poner?"
La reacción fue tan brutal que los ejecutivos empezaron a sudar. Pero Ramiro, que ya conocía el juego, sabía lo que venía.
Capítulo 3: La Homofobia Mediática
En lugar de admitir el fracaso, cambiaron la narrativa.
Los críticos no eran espectadores decepcionados. Eran homófobos.
"El odio en redes intenta boicotear a una nueva voz valiente."
"Los ataques no son por su talento, sino por su orientación."
"España sigue siendo un país intolerante."
Las críticas legítimas fueron sepultadas por una cortina de humo ideológica. No importaba que no supiera presentar. No importaba que no tuviera talento.
Lo único que importaba era el relato.
Ramiro se quedó viendo las cifras de audiencia en picado. El programa era un desastre, pero nadie podía decirlo en voz alta.
Porque en la televisión pública, el talento es secundario.
Lo único que cuenta es quién te arropa cada noche.
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