Una parte de mi novela. Disfruta por qué no hay más.

 El Cuarto Nivel – El Umbral de los Elegidos




La temperatura descendió bruscamente en cuanto Vyrash puso un pie en el siguiente nivel. Este no era un simple corredor más en aquel laberinto de pesadillas. Aquí, todo cambiaba.

La sala no tenía paredes visibles, ni techo, ni suelo discernible. Era un espacio intermedio, una transición entre lo corpóreo y lo intangible. Vyrash sintió la presión en su pecho, como si algo invisible analizara cada fibra de su ser.

"El umbral de los elegidos."

Eso era. Un punto sin retorno. Nadie pasaba a la sala de Imhotep sin que el Umbral lo aceptara.

Los Drones se detuvieron abruptamente, alineándose en perfecto orden. No avanzaban, no reaccionaban. Eran meros espectadores, carentes de voluntad en ese dominio. Ellos no tenían que ser aceptados, pues ya pertenecían a él.

Pero Vyrash no.

No había información sobre esto. Ni la Resistencia, ni los monjes, ni siquiera sus propios padres le habían hablado de este nivel. Esto no estaba en los conocimientos de nadie.

Era un misterio.

Era la prueba definitiva.

Vyrash miró a su alrededor. Las paredes vibraban, como si estuvieran vivas. No tenían forma sólida, sino que pulsaban con un ritmo orgánico, respiraban en una cadencia imperceptible. Parecía una extensión de algo mucho más grande, una conciencia, una mente dormida… o quizás una mente observándolo.

¿Era el subconsciente de Imhotep?

¿Era la conciencia Alpha de Imhotep?

Dio un paso al frente.

El suelo se onduló bajo sus pies como si caminara sobre la superficie de un organismo colosal. El Umbral estaba despierto.

Una voz, sin sonido, sin origen, resonó en su mente.

—¿Quién eres?

Vyrash no respondió. No con palabras.

Pero el Umbral no necesitaba palabras. Leía.

Exploraba su esencia.

Probaba su voluntad.

Vyrash sintió un temblor en su columna, una sensación de desnudez absoluta. No había nada que pudiera ocultar. El Umbral lo estaba escudriñando en lo más profundo.

Su miedo.

Su determinación.

Su misión.

El Umbral lo sabía.

Un parpadeo de luz cruzó las paredes vivientes, una ráfaga de energía fluyendo por la estructura como una sinapsis en un cerebro colosal.

Un instante de silencio total.

Entonces, las sombras se agitaron.

Las figuras del nivel anterior seguían ahí. Pero ya no estaban condenadas al bucle de su muerte. Se alzaron en el borde del Umbral, expectantes. Mirando.

Esperando.

Si era aceptado, él pasaría.

Si no… quedaría con ellos.

Vyrash inspiró hondo.

Sabía que, si fallaba, todo se habría perdido.



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